Novena de Navidad

Oración de todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amasteis a los hombres, que les disteis en vuestro Hijo la mejor prenda de vuestro amor para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio; yo, en nombre de todos los mortales, os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.

En torno a él os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro hijo humanado; suplicándoos por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en su pesebre, que dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.
(Se reza tres veces el Gloria al Padre)

Séptima Jornada

Benignísimo Dios etc…

Hoy veintidós de diciembre, el despertar de nues- tros Santos viajeros está repleto de amor, de luz y de esperanza, por que dentro de dos días van a ver los cielos abiertos derramando luz y resplandores porque dentro de dos días el Esperado de las na- ciones va a transformar la tierra; todo esto hace que los Santos caminantes emprendan su camino con vigor, confianza y alegría. Siguen su viaje que los ha de llevar a Jerusalén; allá ven la ciudad Santa, pero tan ingrata a los beneficios de Dios; lloran como llorará más tarde Jesucristo cuando vio que en ella se iba a consumar el más horrendo de todos los crímenes.

Así van andando su camino, pensando cuáles de sus parientes tendrán la dicha de recibirlos en su casa, y quiénes tendrán la felicidad de guardar esa noche aquellas dos lumbreras celestiales con esta esperanza entran a Jerusalén para pasar allí la no- che. Aquella ciudad está llena de peregrinos, las calles están atestadas de gente; transitar es difícil, y llegar ala posada, más difícil todavía; al fin lle- gan pero con mucha dificultad; allí encuentran su albergue, y esta esperanza los alienta; eso creen

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María y José, pero… pobrecitos qué desilusión, que desengaño! todos los desprecian, y todos les cierran las puertas; qué dolor para la Virgen, qué pena y tristeza para San José!; pero es preciso descansar, porque Belén, fin de su camino, está todavía lejos, y allá está el término de su viaje. Pasan pues, la noche, en Jerusalén, Dios sabrá cómo; pero no importa, Belén los aguarda maña- na, porque así lo ha dispuesto el cielo; y resigna- dos, tranquilos y alegres se duermen bajo el negro firmamento de la ciudad negra e ingrata.

Bajo el negro firmamento
de Jerusalén deicida
está la Virgen herida
con el puñal del tormento; José modula un lamento,
pues su alma está atormentada; su frente está resignada

porque ya se acerca el día de emprender con su María la penúltima jornada.

Padre nuestro,
Ave María y Gloria, Soberana María, etc…

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Oración a la Santísima Virgen

(Para todos los días)

Soberana María, que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera por madre suya, te suplico que tu misma prepares y dispongas mi alma, y la de todos los que en este tiempo hagan esta novena, para el nacimiento espiritual de tu adorado Hijo. ¡Oh dulcísima Madre! Comunícame algo del profundo recogimiento y divina ternura con la que guardaste tu, para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

(Se reza tres veces el Avemaría)

Oración a San José

(Para todos los días)

¡Oh Santísimo José! Esposo de María y padre adoptivo de Jesús. Infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Te ruego, por el amor que tuviste al Divino Niño, me abrases en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.

(Se reza el Padrenuestro, el Avemaría y el Gloria).

Aspiraciones

Dulce Jesús mío mi Niño adorado. Ven a nuestras almas Ven no tardes tanto.

Ven hermoso Niño que mi alma te adora, ven que el mundo llora de temor y espanto; ven que ya las almas quieren tu venida, borra ya la herida
que desangra tanto. Ven…

Ven que ya los hombres van con alegría
donde está María con su Esposo Santo: ven Niño precioso oh lumbre del cielo, oh paz y consuelo de la tierra encanto. Ven…

Desciende del cielo luz de eterna vida que en mi pecho anida un deseo santo; ven que ya mi pecho te guarda un abrigo, ven mi dulce amigo ven no tardes tanto! Ven…

Ven que, yo deseo, bello Jesús Niño, darte mi cariño
cual tesoro santo ya mi alma te busca con ansia infinita y potente grita que enjugues su llanto. Ven..

Los hombres ‘te esperan” con inmenso anhelo, pues quieren consuelo para su quebranto; Niño de mi vida dame ya la calma, ven hasta mi alma que te quiere tanto. Ven…

La tierra te llama, el mundo suspira, el ángel su lira rasga con encanto; la Virgen te aguarda para sonreírte y José cubrirte con su pobre manto. Ven…

Los ángeles quieren cantar tu llegada, la tierra postrada prepara su canto; también los pastores irán a adorarte, para así enjugarte tu gemido y llanto. Ven…

Tiritas de frío, tu llanto es muy triste, ¿por qué así quisiste calmar mi quebranto? oh, yo con mis besos Jesús, Niño mío caliento tu frío
y enjugo tu llanto. Ven…

Ven, pues a mis brazos, ven, pues, a mi pecho, allí está tu lecho
y no llores tánto: perdona mis faltas y dame consuelo
pues quiero en el cielo vivir con tus santos. Ven…

Dulce Jesús mío mi Niño adorado. Ven a nuestras almas Ven no tardes tanto.

Oración al Niño Jesús

(Para todos los días)

Acordados ¡Oh dulcísimo Niño Jesús! Que dijiste a la Venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”. Llenos de confianza en Tí ¡Oh Jesús, que eres la misma verdad! Venimos a exponerte toda nuestra miseria.

Ayudadnos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos, por los méritos de tu encarnación y de tu infancia, la gracia… de la cual necesitamos tanto.

Nos entregamos a Tí ¡Oh Niño omnipotente! Seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de tu divina promesa, acogerás y despacharas favorablemente nuestra súplica. Amén